Flor del Desierto

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viernes, 26 de abril de 2013

El soldado y el cabo.

Me comí el orgullo que saqué del refrigerador, demostré esa madrugada que en mí existe la humildad. Atravesé el infierno y me quedé a vivir por mucho tiempo y presiento que lo estuve desde abril y salí hasta noviembre. Quizá tuve la culpa me quede como el soldado que soy esperando ordenes de su cabo, me quedé en el cañon esperando morir desangrada, esperando morir de alguna manera. Esperé que se me diera una medalla esperé honores militares sin embargo mi tropa murió y quedé sola muriéndome y mi cabo me abandonó.


Vivia en el viento, vivia en la montaña, vivia en las cuerdas de mi guitarra, vivia en la melodia, vivia en el limbo vivia en donde fuera menos en la tienda de campaña de la tropa. El viento y los aguaceros torrenciales me ahogaban y me hacian más fuerte. Los pájaros me cantaban y me pedian vivir sin mi cabo.

Un día decidí levantarme, mis piernas no respondian pero logré hacerlo, desangraba aun. Caminé hacia el sendero que estaba delante de mí durante mucho tiempo hasta que la voz que más extrañaba decía mi nombre y por alguna extraña razón la odie.


Era mi cabo suplicando mi ayuda, estaba atorado con un árbol, lo ayudé sin pensar y lo saqué. Seguimos por el sendero. Admito que lo odié por abandonarme pero ahora no sé si abandonarlo y seguir caminando sola o irme con él y seguir en batalla hasta el final.







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