Flor del Desierto

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lunes, 30 de agosto de 2010

Diálogo con Jesús,


Mi vieja herida se abrió,salió sangre y corrí por aguja e hilo pero caí al piso, se vino un chorro de sangre y no supe más. Salí de mi cuerpo y me vi, había muerto. Si; había muerto y me quedé viéndome a mi misma largo rato.

Fue entonces cuando me di cuenta que una luz inmensa estaba apareciendo, era El, me miró, miró mi cuerpo y dijo

-¿Por qué te dejaste morir?-
Lloré y dije -No lo sé-

Levanto mi cuerpo, lo sostuvo y lo puso en mi cama, corto de sus venas y me pasó sangre. Conectó venas y arterias de nuevo en mi cuerpo, las sanó. Mi cuerpo comenzó a vivir de nuevo y me dijo:

-¿Por que no entras?-
Lo miré y le dije con alegría:

-Aquí no hay sufrimiento, no hay dolor-.

-¿Huyes de la vida que te regalamos?.

-No tiene caso vivir-.

El se sorprendió ante mi respuesta y lloró, lo abracé y le dije:

-No,Señor no valgo tus lágrimas-.

-Vales mi sangre, mi vida, mi carne, vales todo para mi. ¿Por qué quieres huir?.

-Mi Señor no quiero vivir y tu sabes por qué.

Dejó de llorar y dijo.

-Eres perfectamente imperfecta eres de este mundo-

Cosió la herida y cada puntada con vino cerraba diciendo palabras que no entendía. Solo quedo´una leve cicatriz, limpió cada gota de sangre con su túnica, no me contuve y le dije:

-Señor no lo hagas , no lo merezco, eres un dios y no debes hacerlo.-

-Si puedo, quiero hacerlo, te mereces eso y más-.

En ese instante todo quedó limpio y me dijo:

-Me quedaré aquí hasta que decidas volver-

Disfrutaba tanto esa paz, tanta alegría, pero me di cuenta de lo que me decía tenia toda la razón y le dije:

-Señor quiero regresar pero quedate conmigo-

-Siempre estoy contigo, haz oración, escúchame en el canto de las aves, mirarme en la oscuridad, tocáme en el viento, siente mis abrazos y caricias en las personas que te aman. Estoy en lo más profundo de tu corazón, en el silencio tus adentros. Cuando duermas estaré velando tu sueño protegiéndote de todo mal. Haré que el sol ilumine tu ventana para despertarte y cuando sea de noche iluminaré tus deseos con la luna. Estaré en cada momento de tu vida. Te lo aseguro-.

Sonreí y cerré los ojos, un remolino me regresó a mi cuerpo. Abrí los ojos y Jesús ya no estaba, mi dolor había desaparecido.

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